En poco menos de veinticuatro horas he ido y he vuelto de Béjar dos veces. En el programa de la edición de Voces del extremo me tocaba actuar el sábado por la tarde y el domingo por la mañana. Y, aunque Chose me propuso que me quedase a dormir allí para evitar la paliza de tanto coche, preferí pasar la noche en casa y no dejarla sola con los dos niños. Supongo que alguna vez crecerán y podré volver a ser medio persona. Lo digo porque reconozco que me hubiese gustado pasar algún tiempo más con tantos buenos amigos a los que tengo tan pocas oportunidades de ver. En fin. Lo dicho. Me imagino (en ello confío) que Manu e Irene también crecerán.
El encuentro se celebró en el Centro cultural San Francisco. Acogedor y amplio. Lo mejor, el claustro central donde era posible charlar mientras se paseaba.
(Foto de Esther Muntañola)
(Foto de Esther Muntañola)
Por él se pasó Irene Albert. Quédense con el nombre y la cara de esta chica de veintidós años, porque dentro de no demasiado tiempo va a dar que hablar con su potentísima escritura. Encima tendré la suerte de ser su primer editor, ya que está preparando un libro que estaré encantado de publicar en Litteratos. Detrás de su apariencia tímida se oculta una escritora original y valiente. Ya lo verán.
Antonio Orihuela demostró una vez más su sabiduría, clase, y modestia: cualidades de un verdadero artista.
(Foto de Esther Muntañola)
(Foto de Manuel Casadiego)
(Foto de Manuel Casadiego)
Mejor acompañado no puedo estar. Con Fabio de la Flor y Ben Clark. Una pena que vivamos lejos. Porque sé que, si nos tratásemos más a menudo, en ellos tendría a dos amigos. Uno y otro (como editor y como autor) representan parte de lo mejor de la literatura española que está por venir.
Esta vez no pude resistirme y tuve que hacerle una foto a una de las tiendas más contradictorias que he conocido. Saltan a la vista los motivos.
Belén Artuñedo y Elías Moro. Es un privilegio poder estar junto a personas con tanta clase .
Matías Escalera y Luis Felipe Comendador. Obsérvese la mirada de seductor que Luis Felipe le dedica a la cámara.
Gonzalo Escarpa (en primer plano) bromea con el Tigre de Gales.
Después de la mesa redonda del domingo por la mañana, fuimos a comer con los niños a El almirez, ya en Hervás. Lo de este restaurante roza lo sublime: comida exquisita en un local de ensueño. Chose, Manuel (mi suegro) y un servidor salimos de él de un humor excelente.
Y para terminar, también como de costumbre, un café y unos libros en Las Flores. En la foto Manu posa con sus tres gormitis nuevos en la mano.