Esta foto la hice a principios de julio, cuando volvía del encuentro de Voces del extremo. En el vestíbulo de la hospedería de Hervás, me encontré con este expositor en el que se ofrecía a los clientes un interesante surtido de títulos publicados por la Editora Regional de Extremadura. La idea me parece estupenda. Y demuestra que no son necesarios inventos extraños para dar de leer al sediento. Basta una estantería de metal y un puñado de buenos libros. Por cierto, me hizo ilusión ver entre ellos Anotaciones del viaje, el sólido poemario que la Editora le sacó a mi Antoñito hace ya cuatro años.
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