Esto es escandaloso, desde luego. Pero en algunos lugares (como en mi
instituto) lleva años haciéndose de manera solapada. Los profesores de
religión son los únicos que trabajan en centros públicos sin haber
pasado jamás por oposición alguna. Y ahora se va a dar el caso, si esto
sigue adelante y se generaliza, de que van a desempeñar funciones que no
realizarán personas que sí se han ganado su puesto según los criterios
de igualdad, mérito y capacidad. Ni la religión debería formar parte del
currículo educativo ni deberían tampoco existir los centros
concertados.
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