Gorillaz es un grupo musical que existe sin existir. Sus componentes son personajes de dibujos animados. Cuando apareció en 2005, no se sabía muy bien si se trataba de una broma o de una campaña publicitaria. Pero el caso es que su música era excelente y el disco que acababan de publicar, real. Detrás de esta banda virtual estaba Damon Albarn, el cantante de Blur. Y se notaba. Porque las propuestas de Gorillaz llevaban la música pop a un terreno de experimentación y búsqueda.
Yo reconozco mi debilidad por este grupo. Sencillamente me fascina su juego de equívocos en el que no se distingue lo real de lo que no lo es. Ni falta que hace.
No sé las veces que habré oído sus dos primeros discos. Los viajes de ida y vuelta a Mérida son testigos de ello. Por cierto, hace unos días apareció el tercero: Plastic Beach. En cuanto pueda, me lo compro.
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