Como cada vez más me cuesta encontrar entre los poetas actuales algo que merezca la pena, cuando lo hago reconozco que me invade un estado cercano a la euforia.
Eso es lo que me ha ocurrido con estos dos libros de Elena Román e Itzíar Mínguez Arnaiz. Ambas habían demostrado ya en títulos anteriores lo que podían dar de sí. Pero en Cara o cruz y Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea vuelven a evidenciar que la literatura de interés pasa por nombres como los suyos, tan alejados de los focos como verdaderos.
Menos mal que en la poesía española hay vida más allá de los cosmopoéticos y los paralizados por la incertidumbre. Menos mal.
Eso es lo que me ha ocurrido con estos dos libros de Elena Román e Itzíar Mínguez Arnaiz. Ambas habían demostrado ya en títulos anteriores lo que podían dar de sí. Pero en Cara o cruz y Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea vuelven a evidenciar que la literatura de interés pasa por nombres como los suyos, tan alejados de los focos como verdaderos.
Menos mal que en la poesía española hay vida más allá de los cosmopoéticos y los paralizados por la incertidumbre. Menos mal.
He tenido la oportunidad de leer a Elena Román y certifico que es una gran voz de la poesía actual a la que no hay que perder de vista.
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