Sé de algunos poetas que no existen, poetas que no han sido creados por dios, sino por su editor. La jugada es sencilla. No hay más que seguir los siguientes pasos.
- Primero. Debe elegirse a un escritor (o escritora) joven y de provincias, preferiblemente con aire lánguido, mirada perdida y gafas de pasta.
- Segundo. A continuación se le concede uno de los premios que publica la propia editorial (aquí interesa darle mucho bombo a la noticia, asegurar que se trata de la nueva promesa de la poesía española o algo así).
- Tercero. Seguidamente el editor omnisciente se encargará de ir publicando los sucesivos libros que el escritor (o escritora, no lo olvidemos) vaya produciendo.
- Cuarto. Los poemarios de marras se distribuirán por todo el país y se regalarán a cuanto crítico habite los principales suplementos literarios.
- Quinto. Aprovechar el efecto el traje nuevo del emperador para volver a afirmar que, sin duda, nos encontramos ante una de las voces más intensas (a pesar de sus silencios) de la poesía patria. Dejar que tales cantinelas corran de boca en boca.
- Sexto. Lograr que, como prueba de su talento, vuelva a ganar otro premio publicado por la misma editorial de siempre.
- Séptimo. Por último, publicar una antología del citado escritor (o escritora) como confirmación de que prácticamente es un clásico vivo y, mediante encendidos elogios en la solapa o la contraportada, animar a los indecisos lectores que aún no lo hayan hecho a comprar de inmediato su obra completa.
Y asunto concluido.
- Primero. Debe elegirse a un escritor (o escritora) joven y de provincias, preferiblemente con aire lánguido, mirada perdida y gafas de pasta.
- Segundo. A continuación se le concede uno de los premios que publica la propia editorial (aquí interesa darle mucho bombo a la noticia, asegurar que se trata de la nueva promesa de la poesía española o algo así).
- Tercero. Seguidamente el editor omnisciente se encargará de ir publicando los sucesivos libros que el escritor (o escritora, no lo olvidemos) vaya produciendo.
- Cuarto. Los poemarios de marras se distribuirán por todo el país y se regalarán a cuanto crítico habite los principales suplementos literarios.
- Quinto. Aprovechar el efecto el traje nuevo del emperador para volver a afirmar que, sin duda, nos encontramos ante una de las voces más intensas (a pesar de sus silencios) de la poesía patria. Dejar que tales cantinelas corran de boca en boca.
- Sexto. Lograr que, como prueba de su talento, vuelva a ganar otro premio publicado por la misma editorial de siempre.
- Séptimo. Por último, publicar una antología del citado escritor (o escritora) como confirmación de que prácticamente es un clásico vivo y, mediante encendidos elogios en la solapa o la contraportada, animar a los indecisos lectores que aún no lo hayan hecho a comprar de inmediato su obra completa.
Y asunto concluido.
Real como la vida misma, José María. Pasa cuando alguna editorial (y hay bastantes) anteponen el negocio a la literartura, a la calidad. Y el lector poco avisado confundirá los ecos con las voces, otra vez.
ResponderEliminareso explica muchas cosas
ResponderEliminaré tão interessante e vertical este texto que o reproduzi em www.alicerces1.blogspot.com
ResponderEliminarAbraço