Ayer fuimos a comer a uno de los sitios que más me gusta: El Cristo. El Cristo es un restaurante de Elvas al que media Extremadura va los fines de semana. Lo peor, por tanto, son las colas. Vamos que, si uno no llega antes de las dos (españolas), puede estar seguro de que le toca esperar en la puerta un buen rato. Encima es que aquello no puede ser más feo: una especie de barracón con techo como de uralita o de chapa.
Pero, en cuanto uno prueba la comida, se olvida de todos esos inconvenientes. No hay duda de que El Cristo es uno de los mejores lugares para comer en Portugal.
Pedimos lo de siempre: bacalao dorado, almejas, ostras (menudo pijo me he vuelto) y una çapateira (en España la llamamos buey de mar).
En fin, que todo estaba delicioso. Aunque ayer no me supo tan bien como otras veces (a pesar de que la botella de Gatao me hizo salir con un puntito de alegría), porque Irene nos dio un viaje de ida espantoso. No sé lo que le ocurrió a la niña. El caso es que la hora y cuarto que hay de Cáceres a Elvas se la pasó protestando y llorando. Y eso que probé a entretenerla de mil maneras. Desesperación. De hecho, cuando iba en el coche (conducía Chose), hablé por teléfono con Antonio Orihuela, quien, debido al llanto de fondo, me preguntó si le pasaba algo a Irene.
Por la tarde, al llegar a casa (ni siquiera me apeteció pasarme por la librería Universitas), Chose me hizo prometerle que no íbamos a volver a salir jamás de casa.
Me imagino que en cuanto seamos capaces de dormir una noche medio en condiciones se nos pasará.
Pero, en cuanto uno prueba la comida, se olvida de todos esos inconvenientes. No hay duda de que El Cristo es uno de los mejores lugares para comer en Portugal.
Pedimos lo de siempre: bacalao dorado, almejas, ostras (menudo pijo me he vuelto) y una çapateira (en España la llamamos buey de mar).
En fin, que todo estaba delicioso. Aunque ayer no me supo tan bien como otras veces (a pesar de que la botella de Gatao me hizo salir con un puntito de alegría), porque Irene nos dio un viaje de ida espantoso. No sé lo que le ocurrió a la niña. El caso es que la hora y cuarto que hay de Cáceres a Elvas se la pasó protestando y llorando. Y eso que probé a entretenerla de mil maneras. Desesperación. De hecho, cuando iba en el coche (conducía Chose), hablé por teléfono con Antonio Orihuela, quien, debido al llanto de fondo, me preguntó si le pasaba algo a Irene.
Por la tarde, al llegar a casa (ni siquiera me apeteció pasarme por la librería Universitas), Chose me hizo prometerle que no íbamos a volver a salir jamás de casa.
Me imagino que en cuanto seamos capaces de dormir una noche medio en condiciones se nos pasará.
Ya te he dicho que la solución a tus problemas de insomnio se llama "Duérmete niño". Irene es muy lista...
ResponderEliminarJo, que envidia! sobre todo porque -por narices- pasaste por mi pueblito (La R. de la S.), ayssssssssssss.
ResponderEliminarOye, y me habían dicho que "El Cristo" ya no es el mismo de antes...
A ver si voy pronto a Badajhó y te digo el nombre de otro sitio bien chulo (es que me llevaron pero no me acuerdo).
José María, la próxima vez que vayas (no en plan familia, obviamente, dame un toque y nos comeremos esos camaroes tigres tan impresionantes... Somos también forofos. Pero "Universitas"... No sé, no sé, algún día tenemos que hablar de esta librería...
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