lunes, 4 de mayo de 2009

De vuelta de EDITA

Ben Clark, Fabio de la Flor y David Moreno

El domingo a mediodía estaba ya de vuelta en casa. Apenas cuarenta y ocho horas que me permiten decir que yo también he estado en EDITA.

En líneas generales, la experiencia ha sido muy buena, sobre todo en el plano personal, pues pude pasar bastante tiempo con antiguos amigos y hacer otros nuevos.
Literariamente, ha habido de todo: desde el privilegio de ver las joyas que editan maestros como Francisco Cumpián hasta el estupor de ver a gente cuyo catálogo apenas lo forman dos (mediocres) poemarios y que, sin embargo, se permiten el lujo de criticar a Chus Visor, quien, desde luego, no es santo de mi devoción, pero al que creo que hay que reconocer (a pesar de los pesares) el trabajo realizado durante décadas en favor de la difusión de la poesía. O al menos de algo parecido a la poesía.
El problema, creo, es que en esto de la literatura actúa un componente corrosivo y peligrosísimo: la vanidad. Y hay quien no soporta no pasar de ser cola de león y hace lo que sea con tal de sentirse alguna vez cabeza de ratón. Porque, qué quieren que les diga, mucha experimentación, mucho juego formal y tipográfico y, sin embargo, a la hora de la verdad, la literatura había que buscarla con lupa en muchas de esas obras. La misma sensación tuve en las lecturas que se celebraron por la noche en un bar próximo. En ellas se daba gato por liebre de continuo. Vamos, que casi daba la impresión de que para ser escritor eran condiciones necesarias fumar (mejor si son porros), adoptar un aire lánguido al leer, hablar de resacas y borracheras (anda que no está eso pasado de moda) o llevar el pelo largo, barba afectadamente descuidada, sombrero y gafas de pasta. Para encontrar textos interesantes entre aquel alud de aprendices había que armarse de paciencia. Bueno, mejor no sigo. Que me conozco. Y luego habrá alguien que se enfade.
Lo que más alegría me ha producido es ver a Luis Felipe contento y sonriente. Nadie se merece tanto como él el premio que le concedió la organización. Además, de la antología de poesía mejicana logró vender bastantes ejemplares. Y, eso sí, todo el dinero recaudado por las ventas irá para el proyecto de su oenegé. Lo he dicho más veces, pero no me canso de repetirlo: a mí Luis Felipe me enseña a ser mejor persona. Aunque me temo que nunca seré sino su humilde discípulo. A mí se me calienta la boca con demasiada facilidad.



El expositor de la revista La más bella


Fue una sorpresa (y un placer) reencontrarme con Valter Hugo Mae. Soberbia la antología que le ha sacado Cosmorama.



La última maravilla de Antonio Gómez


El Book manta de Ediciones Trashumantes


Entre los maestros Luis Felipe Comendador y Ferrán Fernández


Sin comentarios


Con Antonio Orihuela. Tan encantador como buen poeta.


Antonio Reseco leyendo en el bar Reflejos de Punta Umbría


Nunca he sido fotogénico, qué le vamos a hacer.


Nuestro expositor. El que sonríe es mi Antoñito.


Con David Moreno, el editor más trashumante del país.


Luis Felipe celebrando el sexto gol que el Barça le metió al Madrid. Estaba eufórico. Para él la guinda de un encuentro en el que se ha encontrado a sí mismo. Y lo que me alegro de ello.

1 comentario:

  1. ¡Todo el mundo ha estado en EDITA!, no sé como cabiais, ja ja ja. Es que llevo dos días leyeendoos a todos y muriéndome de envidia... para la próxima.

    Un abrazo,
    Mayte

    ResponderEliminar