El Premio Ibérico de poesía Ángel Campos Pámpano

Personas mucho más autorizadas que yo (Álvaro Valverde, Elías Moro y Carlos Medrano) han dado ya cuenta en sus respectivos blogs del aniversario que hoy se cumple: el cuarto de la muerte de Ángel Campos Pámpano. Para mi desgracia, yo no llegué a ser amigo suyo. Lo apreciaba y admiraba, claro, pero apenas nos vimos seis o siete veces, ya que Ángel por entonces ya vivía en Lisboa y uno andaba dando tumbos por institutos de media Extremadura.

 Eso sí, desde la distancia, siempre había seguido con entusiasmo el trabajo creativo de Ángel, en mi humilde opinión, uno de los poetas más originales de los últimos veinte años.

 El caso es que (y quién no) sentí su inesperada muerte muchísimo. Durante estos cuatro años, además, he ido aprendidendo a respetarlo aún más gracias al café que casi todas las semanas tengo el privilegio de compartir con Elías en Mérida. Y es que no hay día en que, al oírle hablar de su amigo, no tenga la sensación de que la voz se le encoge.

•  Así pues, por todo lo que esta región le debe (la creación de las aulas literarias, el traerse a escritores de primera, la fundación de una editorial como Del Oeste ediciones o su extraordinaria obra), creo que ha llegado el momento de honrar su memoria como se merece: con la creación de un premio de poesía ibérica que llevase el nombre de Ángel Campos Pámpano. Organizado por la Junta o por la Diputación de Badajoz, podría no contar con dotación económica ni cena para celebrar el fallo (para que la crisis no sea una excusa), pero sí con un jurado de prestigio y, lo más importante, con una edición bilingüe (en español y portugués) del poemario galardonado. Al premio podrían optar poetas de lengua española y portuguesa. Y, una vez publicado, se presentaría, por ejemplo, en el Instituto Español de Lisboa y en la Asamblea de Extremadura.

 Ahí queda la propuesta. A ver si alguien recoge el guante. Ángel, sin duda, se lo merece.