miércoles, 1 de abril de 2009

Dos días y dos cuernos


Como cada final de trimestre, las evaluaciones me han obligado a pasarme el día entero en Mérida. Ayer, por ejemplo, salí de casa a las siete y media de la mañana y no volví a meter la llave en la puerta hasta las nueve de la noche. Lo peor con diferencia es pasarse todo el día fuera. Psicológicamente lo deja a uno para el arrastre. Eso sí, al menos pude disfrutar de un par de comidas con los compañeros en las que nos echamos unas risas. Por cierto, a mí, que no soporto los toros, me tocó los dos días comer debajo de una cornamenta de impresión. Me pasé la comida mirándola de reojo. Por si acaso.



El café nos lo tomamos en un bar que ha abierto hace un par de semanas. Muy fashion. Entre setentón y posmoderno. A mí me gustó. Aunque hubo quien insinuó que aquello parecía un picadero. Sin comentarios.



Esta tarde, ya en Cáceres, me ha sorprendido encontrame con un local recién inaugurado en el que se supone que se realizarán actividades relacionadas con la cultura. A ver qué tal. Bonito lo es un rato. El mismo estilo de los setenta. Pero espero que el uso no sea el mismo.

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