Fuimos ayer a Béjar para recoger la primera edición del poemario del mejicano Luis Arturo Guichard. Es la tercera entrega de la colección Litteratos, así que uno comienza ya a mirarla como a un hijo que va creciendo. Esta vez subí aún más contento (a mí ir a Béjar siempre me pone de buen humor), ya que nos acompañaban mi Antoñito, Marieta y Javi.
Como de costumbre, comimos en Hervás, aunque me tuve que conformar con hacerlo en la hospedería porque en El Almirez, un restaurante de ensueño donde la cocina es fabulosa, no hay zona para los que no fumamos. Y eso si se va con niños es esencial.
En fin. Que ni punto de comparación. Eso sí, cuando terminamos, para desquitarme fuimos a la librería Las Flores. Las Flores es un local que cuesta imaginarse en un pueblo pequeño.
Su dueña lo ha decorado con gusto y sensiblidad. Y encima ha conseguido que los dos negocios que conviven allí (un bar y una librería) se lleven de maravillas.Como de costumbre, comimos en Hervás, aunque me tuve que conformar con hacerlo en la hospedería porque en El Almirez, un restaurante de ensueño donde la cocina es fabulosa, no hay zona para los que no fumamos. Y eso si se va con niños es esencial.
En fin. Que ni punto de comparación. Eso sí, cuando terminamos, para desquitarme fuimos a la librería Las Flores. Las Flores es un local que cuesta imaginarse en un pueblo pequeño.
En la entrada se encuentra la barra, en la que se puede tomar una caña y un pincho mientras se lee en el servilletero una reseña literaria o se le echa un vistazo a las novedades de poesía.
Al fondo hay una zona con mesas, sillas y toda clase de juegos de mesa, revistas y libros a disposición de los clientes. Vamos, un lujo.
Una vez que renovamos las existencias que se le habían agotado desde la última visita (en Las Flores se pueden encontrar todos nuestros títulos), cogimos el coche para subir al Puerto de Béjar.
Lo dicho: que a mí ver esas montañas llenas de nieve me pone de un humor excelente.
Béjar. Hay que seguir el cartel en el que pone Centro ciudad. El camino me lo sé de memoria: el parque, la calle Colón y la plaza de Armas. Aquí es. Debajo del restaurante Piel de Toro: AGH Impresores.
A pesar de que hoy nadie trabaja en la imprenta (es sábado por la tarde), sé que Luis Felipe está dentro. Pulso el timbre. Tarda un ratillo en abrir. Las llaves en la cerradura. Su barba sonriéndonos desde dentro.
Un abrazo. Y dos. Acto seguido nos enseña los libros. Han quedado preciosos. Un continente magnífico para un contenido de primera. El poemario de Guichard es de lo mejor que se va a publicar este año en España. Que se fastidien los hiperiones y los visores.
Nos tomamos un café rápido con Luis Felipe en Piel de Toro. Luis Felipe, aparte de un amigo verdadero, es una de las personas más generosas que conozco. Se lo dije cuando nos despedíamos: estar a su lado lo vuelve a uno más humano. Por eso me dolió notarlo muy preocupado por cómo iban las cosas en la imprenta.
Antes de irnos, se acercó al coche para saludar a Chose. Había tenido que quedarse con Irene, que había decidido dormir una siesta de casi tres horas.
Por cierto, Manu y Javi se volvieron a casa eufóricos con una bolsa de animales de plástico cada uno. Espero que se acuerden cuando sean mayores de ese señor tan simpático y sonriente que vivía en aquel lugar donde hacía tanto frío.
Manu y Javi (supongo que serán tus hijos) no olvidarán al señor del frío. No se olvida a alguien como él.
ResponderEliminarMe atrevo a tutearte porque podría ser tu madre.
Me gusta lo que haces. Te seguiré.
PS. A mí también me gustan Béjar y Hervás La próxima vez que pasemos, iremos a comer al Almirez, y a hacer una visita a la librería Las Flores.
Un saludo