En la parte más secreta del jardín, la princesa había mandado levantar un invernadero con un estanque dentro.
Y una advertencia fuera.
Que nadie excepto ella podía entrar en aquel lugar.
Allí la muchacha pasaba horas y horas en silencio, dedicada pacientemente a la cría de ranas en cautividad.
Por si las moscas.
este también me lo guardo
ResponderEliminarsi no te importa
un besote