domingo, 7 de junio de 2009

Veinticuatro horas en la Feria del libro de Madrid

Chose dispuesta a descubrir planetas inexplorados.

Acabo de regresar de la Feria del libro de Madrid. Apenas veinticuatro horas. Tal y como se ponen Irene y Manu fuera de casa como para atreverse a estar más días durmiendo en una cama extraña. Sin embargo, eso sí, me ha dado tiempo a pasármelo de fábula, fundamentalmente por los amigos a los que he podido saludar.


Por fin conocí en persona a Déborah Vukusic. Como si fuésemos amigos de toda la vida. Cariñosísima. Estaba firmando ejemplares de la segunda edición de su maravilloso poemario Guerra de identidad, que acaba de reeditarle Baile del sol. Ya le he dicho a Déborah que tiene que pasarse por Extremadura para regalarnos el privilegio de oír cómo recita con su espléndida voz de estrella de cine (que estoy seguro de que llegará a serlo).


Resultó imposible hablar con Alejandro Jodorowski. La cola de gente que esperaba delante de su caseta era enorme. Tuve que conformarme con hacerle esta foto.


Me alegró encontrarme con Eugenio Fuentes. A Gonzalo Hidalgo Bayal lo vi de lejos. Ambos son la demostración de que no hace falta vivir en una ciudad grande (Cáceres, Plasencia) para publicar en editoriales del prestigio de Tusquets. Cualquier lugar puede ser el centro del mundo.


Aguardando en la caseta a que algún incauto lector me confunda con Antonio Gala (quien se encontraba en la de al lado) y me pida que le firme La pasión turca.


Jordi Doce, todo amabilidad, se acercó para que nuestra relación dejase de una vez por todas de ser solamente epistolar. Jordi, aparte de un escritor estupendo, es también una persona ajena a la vanidad. Nunca me cansaré de agradecerle que nos permitiese editar La vibración del hielo, el primer tomo de su diario.


Otro lujo: Guadalupe Grande. Me llevé mi ejemplar de La llave de niebla para que me lo dedicase.


Cuando David Moreno desmontó su Book manta, vino para volver a inocularme (como siempre que hablo con él) una dosis de entusiasmo por la literatura. Mi próximo poemario saldrá en su editorial. Me encantará formar parte del rebaño de Ediciones Trashumantes.


Emilio Torné fue también encantador. Le confesé que para mí publicar en Calambur ha representado cumplir un sueño, porque sigo (y admiro) su catálogo desde el principio. Un millón de gracias, Emilio.


Con María Gil, la eficiencia de Calambur. Da gusto tratar con personas como ella. Porque no puede ser lo mismo vender libros que morcillas. Y la sensibilidad de María lo demuestra.
Y, aunque, con la emoción, se me pasó hacerme una foto con ellos, también se pasaron por allí José Antonio Llera y Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, dos poetas gigantescos a los que no dejo de leer y de los que no dejo de aprender.
A todos, gracias por ayudarme a encontrarle un sentido a esto de juntar palabras.

2 comentarios:

  1. Después de llegar de estar con mi padre en el hospital no he querido romper el rito diario de abrir el blog y me he encontrado con tu magnífico relatorio de la feria del libro de Madrid. Me encantó. Parabéns amigo. Até à segunda-féira. Con afecto. Tino

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  2. Fue un placer saludarte y poder conocerte en persona, al fin. Muy bueno tu "Diccionario de dudas". Es una alegría leer tu libro. Abrazo, J12

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