
Acabo de volver de pasar cinco días en Praia da Barra, al lado de Aveiro.
Esta mañana, al arrancar el coche (y eso que eran ya las doce), el termómetro marcaba dieciocho grados. Sólo cuatro horas después, cuando entrábamos en Cáceres, los dieciocho se habían convertido en treinta y ocho.
Llevo sudando todo el día.
A este paso, voy a plantearme en serio irme a vivir a otro sitio. Extremadura es una región muy bonita, es verdad, pero en verano el calor aquí resulta insoportable. Y de eso es uno aún más consciente si, de vez en cuando, tiene la fortuna de pasar una temporada en lugares con una temperatura tan humana como la de Aveiro.
Esta mañana, al arrancar el coche (y eso que eran ya las doce), el termómetro marcaba dieciocho grados. Sólo cuatro horas después, cuando entrábamos en Cáceres, los dieciocho se habían convertido en treinta y ocho.
Llevo sudando todo el día.
A este paso, voy a plantearme en serio irme a vivir a otro sitio. Extremadura es una región muy bonita, es verdad, pero en verano el calor aquí resulta insoportable. Y de eso es uno aún más consciente si, de vez en cuando, tiene la fortuna de pasar una temporada en lugares con una temperatura tan humana como la de Aveiro.













¡Qué envidia, Chema, Aveiro!
ResponderEliminarY no te quejes, que te has quitado de encima unos cuantos días de infierno.
Y encima con buen pescado, café y pasteles.
Y, supongo, con alguna que otra "Sagres".
Espero que te hayas tomado una por mí.
abrazos.
Elías
¡Qué insana envidia, coño! Disfruta por ti y por los que estamos encerrados en casa. ¡Salud!
ResponderEliminarAbrazos, Á. V.