lunes, 5 de diciembre de 2011

Y yo que creía que trabajaba en la enseñanza pública


Ésta es la imagen que tengo que padecer todas las mañanas al ir a trabajar. Como cada año, he expresado mi queja a jefatura de estudios, que me responde que trate de calmarme y que me lo tome como un trabajo del departamento de religión.
Pues estoy harto de tener que morderme la lengua curso tras curso. Porque el centro en el que doy clases es público y se supone que no debería mostrar (y menos en un lugar como el vestíbulo) elementos que hagan apología de confesión alguna. Porque es vergonzoso que los profesores de religión católica sean los únicos miembros del claustro que no han tenido que pasar por una oposición para ganarse el puesto. Porque es vergonzoso que consigan alumnos prometiéndoles un viaje de fin de semana en avión a Roma. Porque es vergonzoso que estos docentes infiltrados (a los que, desde luego, no puedo considerar compañeros) se presenten al consejo escolar (presionados por el señor obispo) para, así, intentar también arrimar el ascua a su sardina. Y porque resulta escandaloso que se atrevan a cuestionar (a mí me ha pasado) lo que otros profesores enseñan en sus clases, como, por ejemplo, que la iglesia, durante mucho tiempo, justificó la esclavitud alegando que los negros no tenían alma.
Dicho queda.


5 comentarios:

  1. Con la iglesia hemos topado, que decía el clásico.

    Saludos.

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  2. Firmo todas y cada una de tus palabras, compañero. (Espero que así me consideres).
    Un abrazo.

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  3. Me parece vergonzoso e indignante que todavía se justifiquen las posturas del nacional catolicismo. La iglesia tiene que dejar estas manifestaciones que para estar presente hay otros lugares donde el "portalito" es real. Los ensayos del laboratorio de religión no tienen por qué seguir con estos signos en un espacio docente público. Jose María, tranquilidad que no cunda el pánico. Subscribo todo lo que dices. Un abrazote. Tino

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  4. Gracias, Tino, por tus palabras. Te honran. Porque sé que tú eres cristiano, pero también una persona tolerante y abierta. Un fuerte abrazo.

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  5. Pues sí, que estoy con todo lo que dices.
    Un beso y fuerza, que algún día llegará (aunque nostros no lo conozcamos, claro, je).

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