miércoles, 28 de febrero de 2018

Por qué se acaba Centrifugados

Cuando, hace casi cinco años, anuncié que iba a intentar organizar en Extremadura un encuentro literario (lo que luego ha sido Centrifugados), recuerdo que me escribió un buen amigo para darme ánimos y para advertirme de que, en el momento en que lo dejase, muchos iban a reprocharme que no quisiera seguir adelante. Tomé nota de su advertencia, por supuesto, ya que él es un escritor y editor con mucha experiencia en estas cuestiones.
El caso es que ahora, que no me ha quedado más remedio que acabar con el sueño que representaba Centrifugados, me gustaría matizar y explicar las razones por las que me he visto obligado a tomar esa triste decisión. No quiero que se produzcan equívocos o que dé una impresión que no se ajusta a la realidad.
Centrifugados no se acaba porque yo quiera más dinero para el encuentro, sino porque en nuestro país las administraciones exigen habilidades de equilibrista o de mártir a todo aquel que desee generar cultura y regalarla a la sociedad.
Me parece que, en primer lugar, aquí conviene establecer las fronteras entre la gestión cultural y la gestión administrativa. Y, realmente, para la mayoría de las personas el peso de la segunda es insufrible.
Yo soy un simple profesor de instituto que ha entregado su tiempo y su conocimiento para intentar que Extremadura, una región tradicionalmente alejada de los principales circuitos culturales, contase con un encuentro literario de primer nivel. 
Me parece que no exagero si digo que, durante estos cuatro años, se ha pasado por Plasencia gran parte de lo mejor de la literatura en lengua española. A Centrifugados han venido autores y editores de Alemania, Argentina, Chile, Colombia, Cuba, todas las comunidades de España, México, Perú, Portugal, Uruguay y República Dominicana. En este periodo de tiempo, creo que se ha convertido en un acontecimiento cultural de primer nivel que ha atraído el interés de todo el ámbito hispanohablante. Desde luego, en Extremadura nunca habíamos tenido nada similar.
Aquí alguien podría preguntar que por qué termina entonces.
Pues porque no puedo más. Me siento exhausto y derrotado. Todo lo que conlleva la organización de Centrifugados ha estado a punto de costarme la salud. Y ése considero que es el límite que no debo traspasar. Durante estos cuatro años Centrifugados me ha obligado a desempeñar el papel de contable, administrativo, gerente, taxista, mensajero, relaciones públicas, hostelero, empleado de una agencia de viajes y no sé cuántas cosas más. Durante estos cuatro años he padecido un suplicio infestado de altas a terceros, facturas (ordinarias y simplificadas), diligencias, anexos, recibís, comprobantes, transferencias, comisiones por transferencias, memorias económicas, memorias de actividades, memorias complementarias, compulsas, convocatorias, informes favorables, informes desfavorables, IVA devengado, tablas de gastos, tablas de ingresos, certificados de la Agencia Tributaria, subvenciones concedidas, subvenciones denegadas, subvenciones concedidas y luego denegadas, justificantes en pdf, justificantes en excel, certificaciones iniciales, centrales y finales, continuas llamadas que preguntaban cuándo se pagaba esto o lo otro e incluso alguna que otra amenaza por tardar en pagar esto o lo otro.
Lo siento. No doy más de mí. Como apuntaba más arriba, me parece que algo no funciona en la cultura de este país cuando se exigen habilidades de equilibrista (sin red) a alguien cuya única pretensión es hacer, levantar, apuntalar, construir.
Voy a poner sólo algunos ejemplos para tratar de ilustrarlo.
- La amenaza con denunciarme que tuve que padecer por parte de un representante, puesto que habían transcurrido siete meses y aún no se había pagado a sus representados. Tuve yo que adelantar el dinero.
- Las continuas llamadas de varios hosteleros de Plasencia que reclamaban (con toda razón) que se les pagase, ya que habían pasado nueve meses del encuentro. En algunos casos tuve yo también que adelantar el dinero.
- Las constantes llamadas de los funcionarios de varias administraciones para pedirme la misma documentación y justificantes una y otra vez con la advertencia de que tendría que devolver la subvención si no hacía las cosas tal y como me pedían.
- El error de una de las instituciones que nos apoyaban y que supuso que la subvención de 4000 euros que nos aseguraron que se nos iba a conceder se quedase en nada. No es difícil imaginar quién tuvo que poner esa cantidad.
- La obligación de justificar (y por tanto haber pagado) subvenciones que aún no se habían cobrado y que se recibían un año después del encuentro. ¡Un año después!
  No sigo. Espero que los casos que he mencionado (y son sólo unos cuantos ejemplos) sirvan para ayudar a entender por lo que he pasado. De hecho, hace un par de meses sufrí una crisis de ansiedad que casi me lleva al hospital. Por no hablar del continuo insomnio que padezco por todas estas preocupaciones.
A mí trabajar no me asusta. Aunque sea, como en este caso, por amor al arte. Yo no necesitaba más dinero para Centrifugados. Lo que necesitaba era que hubiesen sido las administraciones las que se hubiesen ocupado de todos los asuntos contables y fiscales, que son las que me han tenido muerto de miedo durante cuatro años, y que yo sólo (debería haber escrito "sólo" entre comillas) hubiese tenido que ocuparme de las artísticas y organizativas.
Confío en haber logrado explicarme y en que lo expuesto permita hacerse una idea de lo que, por desgracia, supone pretender organizar un acto cultural en España. Mientras las cosas sean y estén así, esto representa verdaderamente un suicidio.
Gracias a todos por vuestra comprensión y complicidad. Un fuerte abrazo.

1 comentario:

  1. Desde el aula de poesía DC de Badajoz entendemos perfectamente tus razones para dejar algo que requiere un esfuerzo y unas ganas que pocos tenemos, has hecho una labor encomiable y poca gente sabrá la cantidad de sinsabores y malos momentos que se pasan para llegar a un resultado tan sorprendente como CENTRIFUGADOS, reconocemos tu labor y la agradecemos, también te decimos que era hora de parar y que esperamos que retornen tiempos mejores. Un abrazo.

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