El instinto salió en forma de serpiente al encuentro del ermitaño.
     Al verla, el anciano, que conocía la naturaleza humana, no quiso matarla.
     Prefirió adormecerla mediante un encantamiento y llevársela consigo enroscada en su cayado.
     Que el camino es muy largo.
     Y nunca se sabe.
 
 
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