jueves, 12 de marzo de 2009

Los poetas liliputienses: Susana Medina


Pocos poemarios me han impresionado tanto como cuando leí Souvenirs del accidente. Compré el libro en Punto Aparte sin conocer a su autora, atraído por una escritura radicalmente intensa. Un libro sobrecogedor. De una voz potentísima. Lo publicó Germanía en una edición tan elegante como mal distribuida. Los lectores atentos deberían hacerse con él antes de que se hunda para siempre en el limbo de los descatalogados.

SUSANA MEDINA nació en Inglaterra (Hampshire) en 1966. De madre alemana de origen checo y padre español, tras vivir unos meses en Alemania, su familia se trasladó a España (Valencia) en 1968, donde se educó. Al leer en las cubiertas de libros que los escritores a menudo viven en otros países, cuando tenía 19 años se fue a Londres. Fascinada por el 'multi-culturalismo' y las subculturas de esta ciudad, estudió Historia del Arte e Italiano en University College y vivió durante un año en Venecia y Bolonia donde estudió en el DAMS con Umberto Eco y Dario Fo.

Aunque más o menos residente en Londres desde 1987, hasta hace poco tiempo ha escrito en español, su lengua materna. Trozos de Una, una anti-novela escrita cuando tenía 25 años, recibió una Beca Creativa de la Generalitat de Valencia. Otras aventuras narrativas incluyen Cuentos Rojos (1997) que incluye el Premio Internacional de Cuentos Max Aub y Souvenirs del Accidente (Germanía, 2004), que reúne poemas, aforismos y textos. Philosophical Toys (2007) es su primera novela en inglés, de la cual proviene el corto cinematográfico Buñuel's Philosophical Toys (24 mins), que se ha mostrado internacionalmente.

Siempre ha escrito en una diversidad de medios interdisciplinarios, fascinada sobre todo por los huecos existentes entre las artes, los géneros y las disciplinas, lo lúdico y lo mortalmente serio. ("A menudo se confunde la coherencia con la homogeneidad. Para ser coherente, el arte debería disparar en todas direcciones", dice en Souvenirs del Accidente). En 1992 y 1993 recuperó una serie de espacios abandonados para organizar varias exposiciones internacionales que gozaron de buena acogida por parte de la crítica y la prensa, en especial Space International y Reproducciones, en conjunción con el video-artista Derek Ogbourne y John Russell (editor de Frozen Tears). Ha colaborado con artistas, y revistas sobre arte, así como publicado y dado una serie de ensayos y conferencias sobre arte, literatura, cine y fotografía. Su obra literaria se ha publicado en numerosas antologías y revistas y ha sido traducida a varias lenguas. Es traductora voluntaria para PEN, en el Programa de Escritores Encarcelados.

Actualmente está inmersa en Slumberville (una novela sobre sueños). En junio 2006 obtuvo su doctorado, Borgesland (sobre espacios imaginarios en la obra de Jorge Luis Borges), que realizó en Birkbeck University de Londres, donde originalmente cursó su MA en Estudios Hispánicos. Enseña literatura hispánica en la Universidad de Middlesex, Londres.
Otros honores incluyen la beca de investigación 'Arts and Humanities Research Board', el premio 'The Snowdon Award' y una beca de escritura del Arts Council (febrero 2008), para su novela, Días giratorios de la noche.

www.susanamedina.net

MEDINACIONES

Porque ... ¿Lanzar fealdad al mundo, tiene un efecto reverberante?

¿La fealdad produce un efecto vivificante, un poco como la muerte o tal vez como la violencia, como si la fealdad fuera una violencia visual?

¿Qué diferencia hay entre la fealdad y la repugnancia ante la fealdad?

La fealdad es siempre social, no existe en la naturaleza. Es posible que la fealdad sea una versión del miedo a lo desconocido.

Y todos sabemos que llevamos un mono feo dentro y que la seda sólo lo hace más grotesco. Y que más que vestirlo de seda hay que seducirlo.

¿Seducir al enemigo es nuestro último recurso?

Las sillas eléctricas son cada vez más humanas, los anuncios son cada vez más oníricos, los propios sueños cada vez más razonables, las leyes cada vez más bárbaras.

Para que el pensamiento crezca, se tiene que especializar. Pero entonces ya no es pensamiento, es reflexión. Una hilacha de pensamiento tiene el encanto de lo imprevisible; la reflexión, el efecto estimulante del paseo medio planeado. Hay que apreciar al dios en cada cosa.

¿Dónde acaba una intuición insistente y dónde empieza el error? Dicen que el error puede ser una dimensión interesante retrospectivamente. Sin lugar a dudas, algunas intuiciones son hijas del diablo.

La visión que cada uno tiene del mundo no es sino una ficción conveniente para justificar cobardías, maldades, envidias, inseguridades, tu posición en el mundo.

Nunca intentes organizar una orgía cuando tienes hipo: no funciona.

Existe cierta esperanza en la superficialidad, como si al sólo rozar las cosas no se pudieran romper.

Cuando estás en una ciudad extranjera y empiezas a sentir su monotonía, es una monotonía diferente, una monotonía extranjera.

Las personas son crucigramas con el número de recuadros equivocado, las pistas con erratas inevitables, la fe de erratas a menudo tardía, el momento del descubrimiento desencajado, pero lo más inesperado es que las respuestas invertidas son preguntas.

Mentir: existe algún tipo de placer en la mentira sobre todo si es una gran mentira como un burro volando. ¿Por qué no mentimos más a menudo? ¿Por que esa gran obsesión con la verdad, es decir con lo que nos creemos que es la verdad? Pero también está el placer malvado de la mentira miniatura. Claro que, la apariencia de verdad tiene un poder estabilizante sobre la realidad.

Hay que sospechar de cualquier verdad marmórea. Si es marmórea es que está un poco muerta, pero a veces las cosas no son ni de un reino ni del otro.

Si todo el mundo se pusiera en huelga por la humanidad ... por volver al ideal de la humanidad. Si la idea de la humanidad es un mito, una mentira que el hombre se contó a sí mismo y se quedó encantado con una mentira tan fragante, tan bonita como una ilusión cósmica, es porque hay algo verdadero en el impulso utópico.

Queda muy bien decir soy amoral. Pero cuando empiezas a joder a la gente como efecto secundario de tu filosofía, entonces no sólo estás creando un mundo peor, sino que estás perpetuando ese mal contemporáneo, la muerte del afecto.

¿Una inyección de espiritualidad haría que el mundo existiera de nuevo como una naranja? ¿El mundo ha existido alguna vez así? ¿Cuál sería la dosis adecuada? ¿Y por qué una inyección? ¿Por qué no algo menos invasivo? ¿Tal vez algo como un hálito?

Cuando se escribe con pluma la tinta fresca brilla en un principio y se va secando poco a poco hasta volverse mate. Son estos detalles, los que le dan tridimensionalidad al mundo.

¿Qué queda de un libro? Una sensación. Tal vez algunas frases. Tal vez una energía, una sonrisa, el recuerdo de un itinerario. Y a veces nada. Y a veces la sospecha de una ligera tomadura de pelo.

Es mejor, por si acaso, no releer a algunos autores queridos.

A veces la escritura es un accidente: a veces salen textos ilesos, perfectos. Otras veces, salen textos mutilados, hechos polvo, cubiertos de heridas, incurables: los pobres.

Aspiramos a la perfección: el arte, la escritura deben de ser un acto de perfección. Deberíamos aprender a amar lo imperfecto, el pan de todos los días, como unas tostadas absolutamente quemadas. Hay belleza en unas tostadas absolutamente quemadas. El problema es que no son nutritivas. Y que también existe una jerarquía de lo imperfecto.

Toda obra de ficción es un artificio: en el fragmento queda algún vestigio de naturalidad, algo minúsculo, imperfecto, no forzado, humano.

Aunque a veces cree una confusión temporal, para entender, para meterse en los huesos del otro, para escribir, es necesario cautivar y cultivar en los propios huesos sensaciones, emociones, estados de ánimo, situaciones enrarecidas. Digamos que crea un poso inolvidable. En todo caso, es siempre una tarea contra el tiempo, e incluso crea fantasmas útiles.

El escritor se crea un puzzle en el que acaba por sentirse atrapado. Pase lo que pase es imposible abandonar la escritura porque el escritor se ve rodeado de piezas que tiene que ir conectando. Además es un puzzle extraño porque cubre la extensión de toda una vida.

Escribir lentamente para no consumirse de golpe, para disolverse poco a poco.

El punto ciego forma parte de la visión. Nuestra visión es siempre parcial, aunque parece ser que hay visiones más parciales que otras.

En el fondo, sólo puedes hablar sobre tu experiencia, la experiencia del vecino es mera conjetura. La empatía se aproxima más a los hechos que la indiferencia. Pero la empatía no está exenta de peligros.

Aceptamos la locura sublimada en la representación. Sólo aceptamos la locura si nos permite una mirada oblicua, nunca frontal. La locura en tiempo real está prohibida, un poco como la desnudez en público, que sólo se permite en el arte de los museos y galerías.

El pasado nunca ha existido. Lo que existe es una transformación y desvirtuación conveniente y actualizada de un espectro que vuelve con invitación o sin ella.

No es que el amor sea antidemocrático, elitista, exclusivo. Es que el miedo le da ese viraje.

Hay algún tipo de ansiedad en el dinero. El dinero es simultáneamente cura y enfermedad, liberación y cárcel, euforia y pesar recurrente.

¿Qué diferencia hay entre lo útil y lo inútil ante una tumba abandonada? ¿Y ante una tumba cuidada?

Un dicho inglés: deja de apuñalarte la espalda.

¿El mundo es un misterio policiaco todavía sin resolver y la muerte el momento relajante de la resolución del suspense?

Es mejor vivir la vida como un thriller que como un teorema.

La dureza como estilo siempre exuda la pátina del miedo.

La identificación con el político se da al nivel de la incompetencia. Sin embargo con el tiempo se convierte en una cuestión de grado. Cansa presenciar tanta destreza en el error.

A mayor ambición, mayor indiferencia hacia la realidad del otro (a no ser que le puedas sacar algo).

Y es cuando te buscas la vida, cuando no la encuentras.

Los niños vienen al mundo crueles. Esa crueldad se va domesticando hasta que forma un tumor en el cerebro que se va acomodando poco a poco. La supresión de la crueldad (en vez de su integración en el juego) lleva a un sadismo sutil que conforma el estado de las cosas. Se completa más que un círculo, un cuadrado, un cuadrado vicioso.

La humanidad no puede soportar la realidad por mucho tiempo. Por eso ha inventado la magia, la religión, el arte y el karaoke.

Un amor perfecto nunca puede ser vencido.

Un beso puede convertirse en un fenómeno luminoso. Esos son los besos que necesitamos (de vez en cuando).

También es necesario aprender a hablar en los sueños y en las pesadillas. Con tanta acción extraña, solemos adoptar una actitud un tanto silenciosa.

Hay que aprender a dialogar con la voluntad kamikaze, a negociar, a domesticarla de forma que pueda seguir siendo.

Los únicos que no tienen problemas son los muertos, así es que no deberíamos quejarnos.

La oscuridad siempre reproduce oscuridades. Pero a veces se da el caso raro de encontrar una iridiscencia al final de una oscuridad.

La publicidad estaría mejor (a veces es como un poema visual) si no estuviera al servicio de un sistema totalitario.

Es eso lo que quieren nuestros sentidos cuando no están dañados por el clima, entregarse a la intensidad y dejarse de tonterías.

Defender pequeñas trivialidades puede parecer mezquino, pero si no se empieza por lo pequeño, ¿cómo se va a llegar a lo grande?

La inercia no es estática, no es un reposo. Es una cinta transportadora que te lleva hacia atrás, en sentido contrario, hacia un baño de agua tibia.

Si el lenguaje no existiera ¿Cómo esconderíamos los pensamientos? El lenguaje siempre es doble, triple, cuádruple, ilimitado, incluso insuficiente.

Lo malo de ir dejando las cosas para la próxima reencarnación es que en nada ya la tienes llena.

Los que han sido inmortales varias veces, dicen que no les ha servido para nada. Hay que ser inmortal todas las veces para tener una visión aproximativa del conjunto. En todo caso, la ventaja de ser inmortal es que puedes perder el tiempo infinitamente.

A menudo se confunde la coherencia con la homogeneidad. Para ser coherente, el arte debería disparar en todas las direcciones.

Cuando se da la convergencia de fragilidad, oscuridad y tristeza en una bola caótica, no hay más remedio que tragársela y hacer glub.

La creatividad es una actitud hacia todo. Pobres los que la utilizan para crear una obra y descuidan su vida. Vivir la vida en tiempo real -no siempre es posible, pero como con todo hay que luchar por ello- es una de las mejores obras a las que podemos aspirar.

Una palabra, el sonido de una palabra, puede ponernos en contacto misterioso con el circuito neuronal del éxtasis.

Cuando a alguien le sale humo de la cabeza hay que apagar el incendio a fuego lento.

Estamos aquí para atravesar todo el espectro de colores: para ser niños y niñas, hombres y mujeres, para explorar estados todavía sin nombre, para ser animales y también objetos. También para no ser nada. Si no, tendremos que continuar volviendo.

A veces uno no se puede fiar ni de los sueños.

Las estructuras de pensamiento, de vivir la vida de cierta manera, normalizan el fracaso. Es posible que el ciudadano ideal sea un ciudadano ideal en cuanto se alista como voluntario al fracaso, en cuanto lo consiente.

Todo el mundo sabe que lo del fracaso es relativo. Sin embargo, en la medida que la gente fracasa, no se la condena si es un fracaso normal. Es cuando alguien pone un pie fuera de la norma y fracasa, cuando salta la condena. El fracaso también tiene sus normas.

¿Cómo va a existir la verdad si nuestra visión de la realidad está hecha a la medida de nuestras necesidades?

La verdad y la utilidad están siempre íntimamente relacionadas, es decir, la verdad siempre tiene su lado pragmático.

Sin lugar a dudas, la felicidad es mejor que la desgracia. ¿Por qué hay tantos escritores que cantan la desgracia? Sin lugar a dudas, tienen que justificar su vida. Son los devoradores de rayos de luz. La vida es compleja y heterogénea. Las visiones negras de la vida ignoran la heterogeneidad del mundo. Sin lugar a dudas, a veces no hay nada como el sabor de las propias lágrimas. O el olor de la propia mierda.

¿Por qué el efecto de la desgracia es más impactante que el de la felicidad? ¿Incluso más memorable? ¿Es porque la felicidad es difusa mientras que la desgracia es puntiaguda?

Porque todo es endiabladamente complejo, a veces es necesario simplificar. Porque a veces las cosas son demasiado simples, incluso crudas, es necesario rodearlas del aura de la complejidad.

Todo puede ser criticado: la flor por no ser pez, el pez por no ser volcán, el volcán por ser imprevisible. Cuando el espíritu crítico degenera puede convertirse en hijo del retorcimiento, es decir, es una mera sublimación sádica.

Algunas cosas se mueren, otras se suicidan, a otras las tenemos que matar y aún así no hay forma de que desaparezan.

Siempre y cuando sea posible hay que aprender a mantener una relación elegante con el propio ego.

¿La pasión es esa forma de escupir el dentífrico contra la pila? ¿Se trataría entonces estríctamente de la pasión masculina?

¿Algunas desavenencias con la realidad se pueden curar con el efecto alucinatorio de la televisión? Es decir, esos colores tan fuertes de la televisión le pueden prestar a la realidad un aspecto más interesante.

Si se finge desapego e incluso modestia, esa distancia se convierte en distancia real momentáneamente. No hay nada como fingir para darse cuenta no sólo de la relatividad de toda percepción, sino de la riqueza del conjunto.

Es difícil ver lo que hay dentro de uno. Se necesita un endoscopio, una pantalla exterior y un experto.

El lamento es un verdadero tabú contemporáneo.

Los juguetes son las primeras obras de arte que conocemos: el arte es un sustituto de la intensidad del juguete. En el juego se encuentran los primeros impulsos creativos y destructivos y el juguete es el primer objeto con el que mantenemos una relación de fascinación.

El juguete es el primer objeto que sufre la transmutación que sufre el arte: un chupete es una teta pero también un objeto repugnante y lanzable que censura la expresión del llanto.

Cuando vienen al mundo los niños y las niñas lloran: lloran de rabia, de furor, de angustia, de dolor, de pena, de cólera. Lloran porque intuyen que no quieren estar aquí, lloran porque saben que más tarde no podrán llorar.

Las lágrimas que lloran los niños son las lágrimas que los adultos no pueden llorar: sólo a los niños les está permitido llorar en todas partes, a todas horas, son los guardianes del llanto, los que nos recuerdan que deberíamos llorar hasta la disecación. Llorar en público es un tabú que sólo los niños pueden transgredir. Cuando un niño llora en público sin motivo aparente a todos se les crispan los nervios. Cuando un adulto llora en público sin motivo aparente, se lo considera un acto impúdico que se castiga con empatía inquieta.

Los niños también lloran por el placer de ejercitar los pulmones. Por eso todavía lloramos por la belleza.

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