miércoles, 18 de marzo de 2009

Un paseo por la parte antigua de Cáceres


Con la ciudad en la que se vive se establecen relaciones extrañas. Porque, por un lado, representa los límites del mundo, esto es, los límites de uno mismo. Pero, por otro, hay días en los que se convierte en el lugar en el que, de tener la posibilidad, habríamos elegido vivir. Hoy creo que era uno de estos últimos.


La Plaza de las veletas. Se diría que allí el tiempo no se corresponde con la palabra que lo nombra.



En Lancelot (la taberna del inglés) me han dicho que algunos fines de semana se celebran lecturas de poesía. Desde luego, no es mal sitio.

2 comentarios:

  1. Cuanto tiempo sin acordarme de aquellos años, y mira, esta noche se me ha venido todo a la memoria, todas las clases, todos los ratos en la biblioteca recomendándome libros...
    A lo mejor ya ni te acuerdas de mi, yo ya no recuerdo si ya era más alto q tú, segurísimo que ahora si, lo que si recuerdo es que fuiste el mejor profesor con el que topé en Alcuéscar.
    Y al final me dejaste llamarte Chema, incluso.
    Bueno, que me ha encantao encontrarme este casi diario por estos lares.
    Un saludo.
    José Vicente Bola Naranjo

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  2. Querido José Vicente: Por supuesto que me acuerdo de ti. Uno no se olvida nunca de los alumnos sensibles. Un millón de gracias por tus generosas palabras. Ni te imaginas la ilusión que me hacen opiniones como la tuya. La enseñanza, a veces, se convierte en una tarea ingrata. Tus palabras son de las que le ayudan a uno a no desfallecer.
    Un abrazo.
    José María.

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