De Carmen Jodra Davó, por ejemplo, quien ganó en 1999 el Premio Hiperión con un libro que a mí siempre me pareció que tiraba a mediocre, pero que llegó a reeditarse muchas veces y a ser incluso el poemario más vendido en España durante un año entero.
Se decía de ella (lo recuerdo perfectamente) que era la gran promesa de la poesía española y que tardaría muy poco tiempo en convertirse en un nombre de referencia.
Y Carmen Jodra, que entonces tenía diecinueve años, empezó a aparecer en todas las antologías de poesía última. En todas.
En todos los suplementos culturales. En todos.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen pensaba uno. Y me decía a mí mismo que, si tanto crítico sesudo y tanto antólogo no menos eminente se referían a ella en esos términos, pues que tendrían razón y que sería yo que no tenía ni idea.
Hoy, once años después, sigo sin saber mucho más de poesía, aunque da la impresión de que Carmen Jodrá tampoco se ha convertido en lo que auguraban esas mentes preclaras.
No pretendo regodearme en el asunto, sobre todo porque Carmen Jodra aún tiene tiempo de sobra (a pesar de que sus diecinueve prometedores años se han convertido en treinta) para recuperar el tiempo perdido. Pero su ejemplo me sirve para llamar la atención sobre esas figuras de cartón piedra que, de cuando en cuando, tres personas con poder (un editor, un crítico y un antólogo) se inventan para ganar o dinero o prestigio.
Reconozco que cuanto más leo el cuento de El traje nuevo del emperador más me gusta.
Dentro del castillo de la poesía española siguen vagando unos cuantos fantasmas de este tipo.
Se decía de ella (lo recuerdo perfectamente) que era la gran promesa de la poesía española y que tardaría muy poco tiempo en convertirse en un nombre de referencia.
Y Carmen Jodra, que entonces tenía diecinueve años, empezó a aparecer en todas las antologías de poesía última. En todas.
En todos los suplementos culturales. En todos.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen pensaba uno. Y me decía a mí mismo que, si tanto crítico sesudo y tanto antólogo no menos eminente se referían a ella en esos términos, pues que tendrían razón y que sería yo que no tenía ni idea.
Hoy, once años después, sigo sin saber mucho más de poesía, aunque da la impresión de que Carmen Jodrá tampoco se ha convertido en lo que auguraban esas mentes preclaras.
No pretendo regodearme en el asunto, sobre todo porque Carmen Jodra aún tiene tiempo de sobra (a pesar de que sus diecinueve prometedores años se han convertido en treinta) para recuperar el tiempo perdido. Pero su ejemplo me sirve para llamar la atención sobre esas figuras de cartón piedra que, de cuando en cuando, tres personas con poder (un editor, un crítico y un antólogo) se inventan para ganar o dinero o prestigio.
Reconozco que cuanto más leo el cuento de El traje nuevo del emperador más me gusta.
Dentro del castillo de la poesía española siguen vagando unos cuantos fantasmas de este tipo.
Está claro que no deja de ser un truco de marketing lo de esta chica, algo en lo que no tuvo mucho que ver, por lo que intuyo. Pero hay un error en el plan, y es que no se puede dar bombo y platillo a alguien que, de repente, vas a dejar de promocionar. Me explico... ¿De qué sirve elevar a la fama a un "Artista" con una obra que, probablemente no sea mala, si después no va a publicar nada más? Uno puede escribir una gran obra un día, hacerse famoso y ganar mucho dinero, pero luego tiene que mantener el tipo aunque sea escribiendo pamplinas (que la gente comprará por el Autor, no por la obra misma).
ResponderEliminarA mí me parece que esta chica tuvo un momento de inspiración, y si después no ha sido capaz de mantener el tipo, lo mejor que ha hecho es quitarse del mercado. Si se hubiese dejado manipular por los medios, seguramente habría perdido prestigio en poco tiempo.
Más vale la Gloria de un Día que el Desprestigio de toda una Vida.
me encantaría saber qué opina la autora en cuestión
ResponderEliminarlo mismo lleva años intentando publicar pero todo lo que escribe es pésimo
o ha ocurrido eso de escribir una primera obra cuyo inesperado éxito te hunde en el miedo de no volver a escribir nada mejor.
¿?
Pero el éxito no es criterio de valor, sino acaso al contrario. Podría haberse convertido, de hecho, en la autora que se anunciaba y, por lo mismo, desaparecido del horizonte de la publicidad. ¿Es visible la eternidad en el presente o, mejor, en la actualidad "moho de la realidad"?
ResponderEliminarEsta chica, Carmen Jodrá, obtuvo una beca de la Residencia de Estudiantes, con un solo libro publicado, por encima de un poeta que había publicado ya cuatro libros, otras tantas traducciones del francés y el alemán, y con una trayectoria mucho más sólida. A este país siempre le ha gustado esa historia de los niños prodigios y las sorpresas, se suele valorar más que el trabajo constante y la obra sólida (eso te lo valoran ya muy anciano o póstumamente).
ResponderEliminarUno de los textos que más me gustan de tu Retórica para Zurdos y que refleja precisamente la situación que comentas en esta entrada es "Los poetas inventados o el traje nuevo del emperador". Creo que con este texto supiste dar un golpe directo a este tipo de hechos que desde luego no dan prestigio al oficio de escritor.
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