viernes, 18 de marzo de 2011

Una casa llena de ruido

Para alguien que escribe, tener hijos implica aprender lo que realmente significa la escritura.

Escribir con la tele puesta.

Escribir en una casa aturdida por el ruido, una casa en la que nunca más volverá a haber silencio.

Escribir cuando, después del baño, la cena, después de lavarles los dientes, después de contarles el mismo cuento varias veces y después de arroparlos otras tantas, se van por fin a la cama.

Escribir en papeles sueltos.

Escribir detrás del tique del supermercado.

Escribir en un cuaderno lleno de rayones de colores.

Escribir a oscuras.

Escribir sentado en un banco del parque.

Escribir mirando el termómetro y aguardando a que el jarabe les baje la fiebre.

Escribir muerto de sueño.

Escribir a ratos, entre un cambio de pañal, una lavadora y la siguiente.

La ropa blanca separada de la ropa de color.

Escribir hasta que Irene se levante de la siesta.

Escribir con los hombros manchados de saliva y de mocos.

Escribir habiendo descubierto que el verdadero dilema no es escribir o vivir, sino escribir o dormir.

Escribir aceptando que a partir de ese instante, a lo sumo (y con suerte), uno representa en su propia vida el papel de actor secundario.

Escribir siempre sobre ellos.

Escribir sólo sobre ellos.

Escribir a pesar de todo.

6 comentarios:

  1. Pues sí, así pasa cuando hay por casa pequeños. Y me encanta encontrar a alguien que todavía le guste seguir escribiendo el adverbio "sólo" con acento. Un uso, al menos, elegante, no prohibido.

    ResponderEliminar
  2. No sabes cuánto te comprendo, amigo mío. Sobre todo eso de "escribir aceptando que a partir de ese instante, a lo sumo (y con suerte), uno representa en su propia vida el papel de actor secundario". Los niños, por fortuna, ya lo decía Paul Auster, nos quitan la tontería de creernos Rimbaud. Abrazote, J12

    ResponderEliminar
  3. y la edad y el trabajo, a algunos, también nos quita esa tontería. Si además le meto hijos, no quiero ni pensarlo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. No tengo hijos, no puedo saber de qué hablas realmente, pero me identifiqué con muchos, muchos puntos, especialmente el de convertirse en actor secundario de la propia vida. Me uno a tu blog, me ha gustado. Un saludo.

    ResponderEliminar