


Lo mejor, sin embargo, llegó con la visita de todos los jueves a las librerías de Mérida. En Punto aparte (dónde si no) me encontré nada menos que con Antonio Orihuela. Tan cariñoso como de costumbre. Quiso invitarme a tomar un café, pero los veinte minutos escasos de los que disponía me obligaron a postergarlo para una siguiente ocasión. Aun así, pudimos charlar un rato. Lo he dicho más veces. Lo repito aquí y ahora. Me parece que tener a un artista del calibre de Antonio en Extremadura es un lujo que muchos no aprecian en lo que vale. Porque no sólo se trata de un poeta gigantesco, sino también de alguien comprometido con todo lo que lo rodea. Comprometido de verdad.
Hablamos de los próximos libros suyos que iban a salir (Antonio siempre está sacando algo) y de su predilección por las editoriales microscópicas y raras.
Antes de despedirnos me dejó hacerle esta foto. Llevaba puesta la cazadora verde con la bandera alemana.
Hablamos de los próximos libros suyos que iban a salir (Antonio siempre está sacando algo) y de su predilección por las editoriales microscópicas y raras.
Antes de despedirnos me dejó hacerle esta foto. Llevaba puesta la cazadora verde con la bandera alemana.
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