martes, 24 de febrero de 2009

La Asociación de Escritores Extremeños o el café para todos


Una carta de la Asociación de Escritores Extremeños. Abro el sobre y la leo. Se recuerda a todos los asociados que pueden solicitar que se les incluya en la lista de autores entre los que las casas de Extremadura (las de dentro y fuera del país) tienen la opción de elegir a quien les plazca para celebrar una lectura pública.
No descubro nada nuevo si afirmo que la Asociación de Escritores es uno de los pilares culturales de la región. Ahí están las aulas literarias para demostrarlo. A lo que hay que unir que la dirigen dos personas con talento y sensibilidad ( y a las que aprecio): Antonio Sáez y Julián Rodríguez.
Pero reconozco que algunas decisiones que se han tomado no las entiendo.
Porque, tratando de evitar que perviviesen rencillas antiguas entre varios socios, creo que se ha tirado por la calle de en medio.
Cuando la junta directiva de Antonio y Julián llegó al poder, consideró que lo mejor sería calmar el ambiente otorgando la misma importancia a cuantos socios estuviesen inscritos. El problema surge, en mi humilde opinión, en el momento en que no se trata de una comunidad de vecinos, sino de un grupo formado por artistas, donde, nos guste o no, no hay dos personas con idénticos méritos. De hecho, en la práctica, para formar parte de la asociación lo único que hay que hacer es abonar la correspondiente cuota. Es decir, que por el hecho de pagar uno se convierte automáticamente en escritor. O casi.
Y digo yo que alguna diferencia habrá entre publicar en Tusquets, pongamos por caso, y practicar el castizo deporte de la autoedición. Ocurre, claro, que decir según qué cosas no es políticamente correcto. Lo de todos iguales suena muy democrático, aunque en ciertas ocasiones supone deformar la realidad.
Es cierto que nunca ha habido en nuestra región tantos escritores. Y tan buenos. Pero eso no implica que sean legión. Y, queramos o no, si se aspira a que la asociación gane prestigio y credibilidad más allá de los túneles de Miravete, hay ciertos nombres y, sobre todo, libros con los que no conviene que se nos relacione. Del mismo modo que lo ideal sería que todo aquel que formase parte de la junta directiva de una asociación de escritores (o que coordine un taller de escritura) fuese primero eso: escritor. Esto es, que haya publicado algún libro.
Desde luego, a mí no se me ocurre llamar a un escayolista cuando necesito un fontanero.

1 comentario:

  1. Será políticamente incorrecto, pero es totalmente razonable. Guste o no guste, la escritura literaria no es democrátrica en sus resultados. Todos pueden practicarla, pero no todos consiguen metas apreciables. Como en el resto de facetas de la vida, por otro lado. ¿O es que un futbolista de regional (o un ajedrecista, incluso) puede jugar en primera división sin más?
    Un abrazo.

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