viernes, 6 de febrero de 2009

Los poetas liliputienses: Omar Pimienta

A Omar lo conocí por casualidad este verano en Punta Umbría. Estaba uno allí pasando una semana de vacaciones, cuando Antonio Orihuela me avisó por teléfono de que uno de esos días un poeta mejicano iba a presentar el poemario que Uberto Stabile le había publicado en la editorial Aullido.
Me pareció de lo más extraño que se celebrase una presentación en julio. Luego me enteré de que Omar había venido también por lo del encuentro de Voces del Extremo de Moguer.
El caso es que la lectura de aquel joven mejicano me dejó deslumbrado. Su poesía escocía, era afilada y precisa al mismo tiempo. Me costó levantarme de la silla. Estaba aturdido por aquellos versos repletos de lucidez, sensibilidad e inteligencia.
Le pedí el correo electrónico con la intención de proponerle algo en el futuro.
Y el futuro llegó. Y llegará. Porque dentro de unos meses sacaremos la edición (revisada y ampliada) de su primer poemario, que se publicó en Méjico en una edición muy reducida. Vamos, que aún no me he recuperado de la euforia provocada por el libro de Guichard y ya estoy paladeando anticipadamente la que me producirá el de Omar.
Tiene un blog en el que puede seguirse parte de su obra:
www.omarpimienta.blogspot.com

Bio-bibliografía

Omar Pimienta, 1978, Tijuana. Licenciatura en estudios latinoamericanos. Actualmente cursa la maestría en artes visuales en la Universidad de California en San Diego. Cuenta con dos libros de poesía, Primera Persona: Ella (Ediciones de la Esquina/Anortecer, 2004), La Libertad: Ciudad de paso (concaulta/Cecut2006). Es (y siempre será) herrero de oficio, artista visual y jugador de básquetbol en decadencia. Tanto su obra literaria y su trabajo como artista visual, además de observaciones cotidianas, se pueden encontrar desde 2002 hasta la fecha en

www.omarpimienta.blogspot.com
www.fotodefronteradiaria.blogspot.com



Poética

salió por cigarros muy temprano y no ha regresado, no me preocupa pero quiero fumar.



Poemas


Él y ella

Él se ponía el desodorante de su ex novia
para recordarla cada que levantaba los brazos.
Pero al paso del tiempo, también se acostumbro a eso.

Ella se masturbaba con el control del Atari 2600,
hasta que su hermano se empezó a quejar de su mal funcionamiento
siguió experimentando.

Aún cuando se conocieron ocultaron verdades.
Pequeñas irregularidades que salían sobrando.
Anécdotas no tan fáciles y alguna que otra historia casi imposible.

Cuenta un amigo de ambos que ellos se amaban duro.
(En toda la extensión de la palabra.)
Que los visitaba en el departamento aquél de sus primeros años
y los encontraba llorando en extremos distintos del cuarto.

Otros días contentos y juntos, igual, llorando.

No pasó mucho tiempo para que empezaran a insultarse,
como inyección de afrodisíaca excitación, usando palabras fuertes y asonantes.
Diciéndose lo oscuro que puede ser el alma, lo lento que palpita un corazón herido
al eyacular la sangre que el golpe de sus frases desborda en sus sexos.

Pero -a decir de ella- Dios le dio fin a la lengua hiriente
con un periodo de impotencia donde sólo se tocaban y desesperaban
hasta que el tedio les pegó las espaldas y jaló las cobijas.

La causa fue una intoxicación que duró poco menos que lo inaguantable.

Regresaron a amarse duro -diría un amigo de ellos-
pero a boca cerrada, únicamente el lenguaje claro y preciso
de los gemidos, sollozos y suspiros decoraba las hondas sonoras
de su radiofusora instintiva.

Con la madurez invitaron juguete a la batalla, compañeritos de guerra,
armas nucleares para la reconstrucción lasciva.
Los ocultaban sobre un falso plafón del techo del cuarto donde dormían
y seguirán durmiendo. En la casa que por fin compraron

donde el perro y los niños correrán felices.

Primera Persona: Ella (Ediciones de la Esquina/Anortecer, 2004)



A mitad de los 80


A mitad de los 80’s mi familia estrenó vajilla de filos dorados y denso decorado de flores.
Nunca comimos juntos.
Por esos mismos años me vestía de camuflaje
desde las botas hasta la boina.
Coleccionaba cartitas de baseball como un junkie
y miraba las caricaturas con fe de ciego.

Mi hermano Marcos, el mayor, hacía casas al otro lado
ocho horas diarias por quinientos dólares semanales.
Mi hermana, Teresa, rizaba su pelo y delineaba sus ojos como Madonna;
nunca compró ninguno de sus discos.
Escuchaba El Andariego mientras escribía en su diario de hojas impresas con tenues imágenes de paisajes y nubes.

Don Marcos perdió un dedo en una máquina trabajando para U.S. Elevators

Carlos, mi otro hermano, escondía sus libros bajo el asiento mientras cruzaba con pasaporte a la escuela.
Mi madre leía la revista Hola para comentarnos a cada uno lo que le pasaba a la Familia Real o a Julio Iglesias y terminaba diciendo: pobres de los Kennedy, están malditos.

Primera Persona: Ella (Ediciones de la Esquina/Anortecer, 2004)



La caída de las torres


Te fuiste cuando se cayeron las torres.
Poquito antes, poquito después, no importa;
cuando se asentó el polvo ya no estabas aquí.

Comencé a cruzar la frontera en bicicleta;
la amarraba a la cerca del trolley,
haciéndole campo entre otras
como se mete un naipe entre cartas esparcidas.

Llorar sobre dos ruedas no es sano.
Tampoco pasar la noche esperando el cruce:
saturación de luces rojas,
demasiado tiempo para pensar en irse.

Esa mañana murió la abuela, 97 años
y monedas siempre en la mano para darme.
No alcanzó a ver los aviones estrellarse
sí la cara de sus hijos o el largometraje de su vida
a la velocidad que cae un cuerpo desde el piso 97.

En casa la noticia golpeó igual de fuerte, se rompieron vidrios:
las lágrimas de mi padre y el silencio de las cosas que se quiebran por dentro.

Aquí también se vino abajo algo, no todo, porque mucho en la casa
está acomodado y sujeto para no caerse.

La experiencia: prepararse para el temblor porque se espera otro,
el grande.

Yo cruzaba en bicicleta para no hacer las horas de cola en carro.

Tú, te fuiste cuando se asentó el polvo.


La Libertad: Ciudad de paso (concaulta/Cecut2006).


5 comentarios:

  1. Gracias por la referencia, muy interesante.

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  2. Me siento la visitante pesada, jejej. Muy interesante este muchacho. Gracias por la presentación.

    Saludos

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  3. "Te fuiste cuando se cayeron las torres.
    Poquito antes, poquito después, no importa;"... Claro,la referencia, dicho así, es que se fue. que nos iremos.

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  4. josé maría, se agradece el post. espoero vernos pronto, acá se trabaja para ir a buscar más memoria a tu país y si todo sale bien andaremos por allá de nuevo este verano.

    de nuevo tan generoso con tus comentarios, tendré que leer tu blog todos los días por la mañana para iniciar el día sonriete.

    cuídeseme, cuide de la familia y gracias de nuevo.

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  5. Acabo de descubrirlo, gracias a Hasier Larretxea, y estoy encantada.
    ¿Para cuándo el libro, o ya está en la calle?
    Gracias.

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